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Y fuimos a Valencia. Cogimos los trastos y para allá que fuimos. No os voy a hablar de paellas, ni de fallas ni de naranjas. Sería demasiado habitual. Una imagen estandarizada que se tiene de esa tierra. Y además, la realidad es que no comimos ni paella ni naranjas. Y de las fallas, ni rastro. Ni las cenizas. Así que no vamos a perder mas el tiempo. Nos fuimos a Valencia de boda. A trabajar y disfrutar. Como debe ser. Y lo hicimos. Lo de disfrutar, seguro. Lo de trabajar, salta a la vista que también. Y mucho. Que de eso se trataba principalmente. A ver si el año que viene nos llaman de Sevilla y no hablamos de toros, ni de sevillanas ni del Betis. O del Sevilla. Para que nadie se moleste.

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