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El tiempo en la boda.

El tiempo el dia de la boda. Le damos una importancia tremenda a este tema. Pobre Silvia (la novia). No hace ni un par de semanas que me decía. «Solo pido una cosa, que por favor salga el sol el dia de la boda». Y el deseo se cumplió. No puede quejarse Silvia. El sol salió. De lo contrario, la boda se habría celebrado de noche. El astro Rey estuvo presente. Pero poquito. Sin rasmia. A desgana. Debió salir mucho el viernes. El sábado, Lorenzo no estaba por la labor. Y el frío, las nubes y la lluvia intermitente se hicieron protagonistas. Silvia, resignada, mientras se maquillaba miraba hacia hacia arriba y solo veía el techo. Estaba en su casa. Pero se lamentaba por el tiempo. Y todo esto os lo cuento porque previamente me lo contó Aimar (mira que es bueno y majo este muchacho) a mi, porque yo no estaba presente.
Yo estaba con Javier (el novio). Bueno, con Javier y con sus padres. Con pastas y vino nos recibieron a Xabi (junto a Mikel, las cabezas visibles y pensantes de DosdeLuz. Por cierto, muy agusto con ellos. Mucho.) y a mi. Yo que no soy muy de vino, solventé la situación probando las pastas. Muy ricas. Me comí un par o cinco. No lo tengo claro. El caso es que en casa de Javier no recuerdo hablar de la meteorología. Si que tengo la imagen presente de hablar mucho con el novio. Intentar tranquilizarle. ¡Madre del amor hermoso que nervios tenía el pobre! Creo que lo de calmarle no lo logramos del todo. Pero como diría Induráin. Estuvimos allí. Eso si, del tiempo, poco o nada.
El clima no mejoró en la llegada a la Iglesia ( se me acaban los sinónimos para «tiempo», espero que no se note). La Capilla de San Fermín. Ahí es nada. La plaza por excelencia para todo sanferminero. Y de esto, los novios saben bastante. La peña Donibane estuvo presente en la boda. A ver. Es en sentido figurado. No hubo txaranga, pancartas ni sangría. Esto está un poco feo en una ceremonia solemne. La juerga vino después. En Otazu Pocas veces he visto un comedor mas entregado a la fiesta. Un desmadre con mayúsculas. Menudo fiestón se montó. Se lió una buena. De esas que al verlas desde la perspectiva del que está trabajando, no sabes si ponerte a bailar con todos o salir corriendo antes de verte arrastrado en uno de esos arrebatos de felicidad extrema. Hubo un momento en que miré a Silvia. Ella era la fiesta. Entregada a tope. Me acerqué y le pregunté por el tiempo. «¿El tiempo? tenemos hasta las tantas de la madrugada». Pues eso. La importancia del tiempo en el dia de la boda.

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